miércoles, 30 de septiembre de 2015

Monumento a Calvo Sotelo

El monumento a Calvo Sotelo es uno de los más reconocibles de los construidos durante el siglo XX en Madrid, pero… ¿sabías que estuvo a punto de erigirse en su lugar uno completamente diferente?

El político Calvo Sotelo fue asesinado el 13 de julio de 1936, lo que sirvió como argumento para un levantamiento militar que tuvo lugar cinco días más tarde y que fue el comienzo de la Guerra Civil.

Proyecto de Francisco de Asís Cabrero para el
monumento a Calvo Sotelo. franciscocabrero.com
Al finalizar la contienda, el Paseo de Recoletos fue rebautizado como Paseo Calvo Sotelo, y al político derechista se le dedicaron diversas placas conmemorativas en la ciudad. Sin embargo, se pensó con construir un monumento a su memoria en la Plaza de las Cortes o en el propio Paseo Calvo Sotelo.

Debido a la situación económica del país, el proyecto tuvo que esperar hasta 1955. Fue entonces cuando la Diputación Provincial de Madrid convocó un concurso con el fin de levantar este homenaje. Parecía que finalmente se ubicaría en la Plaza de Lima, en el entonces denominado Paseo del Generalísimo, hoy Paseo de la Castellana,  junto al Estadio Santiago Bernabéu y al centro de negocios y oficinas de AZCA, aprobado solamente 9 años antes.

Se presentaron 13 proyectos a este concurso, los cuales se expusieron en la Biblioteca Nacional.

En la práctica totalidad de ellos se representaba la estatua del político, aunque la escultura variara según el proyecto. Sin embargo, hubo uno en que Calvo Sotelo no figuraba, por lo que fue más que comentado.

Proyecto de Francisco de Asís Cabrero para el
monumento a Calvo Sotelo en la plaza de Lima.
franciscocabrero.com
Se trataba de la propuesta del arquitecto Francisco de Asís Cabrero (1912-2005). Su Casa Sindical, hoy Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, frente al Museo del Prado, había hecho pocos años antes que su nombre fuera ya conocido entre los madrileños. Sin embargo, después de este diseño del monumento de Calvo Sotelo construyó otros edificios como la Escuela Nacional de Hostelería, hoy Escuela Superior de Hostelería y Turismo de la Casa de Campo (1959), o el Ayuntamiento de Alcorcón (1973).

El proyecto de este arquitecto era, indiscutiblemente, diferente a los demás presentados. Se trataba de dos enormes triángulos laterales que, pintados en rojo, se situarían en oblicuo para formar un conjunto que simulara unas alas.
El objetivo del artista era que el ojo recordara de esta manera la figura clásica de la victoria alada y la relacionara con otra victoria, la del bando del político homenajeado en la Guerra Civil.

Entrega de premios a los autores de los proyectos
para el monumento a don José Calvo Sotelo. ABC
Según palabras del propio Francisco de Asís Cabrero, “se pretendía ubicar el volumen de una construcción conmemorativa en el espacio urbano del eje de primera importancia. La solución adoptada perseguía la identificación simbológica de las alas Victorianas con el enmarcamiento funcional, ambas cuestiones programadas, símbolo y función, se intentaban conseguir en una sola unidad arquitectónica”.

Parecía un monumento avanzado para la época, y el hecho de que Calvo Sotelo no estuviera representado, hizo que el jurado se decantara por otro proyecto, el de Manuel Manzano Monís, más acorde con el gusto de la época. Además del triunfo, se le otorgó al ganador  un cheque de 100.000 pesetas, unos 600 euros, que en aquel momento era una gran suma de dinero.

En el monumento ganador se representa al personaje homenajeado guiando a un monolito con forma de proa de barco que representa a España, todo ello sobre una lámina de agua.

La ubicación del monumento volvió a cambiar, y se decidió que su emplazamiento final sería el que era el final del Paseo del Generalísimo, la Plaza de Castilla.
Monumento a Calvo Sotelo en 1962
y en la actualidad.
todocoleccion.net / tiffotos.com
Aunque el monumento fue finalizado en 1959, se inauguró el 13 de julio de 1960 para coincidir con el aniversario de la muerte de Calvo Sotelo.

La imagen de la Plaza de Castilla mucho ha cambiado desde entonces. Las Torres Kío, inauguradas en 1996, hicieron que el monumento formara junto a ellas un conjunto que visto desde el frente recordaba a una M gigante que bien podría simbolizar la M de Madrid. El posterior Obelisco de la Caja de 2009 de Santiago Calatrava modificó esta imagen para traer un nuevo elemento icónico a Madrid… pero esto ya forma parte del Madrid que sí fue.

Por último, mencionar como curiosidad que la Ley de Memoria Histórica, que afecta a todos los reconocimientos otorgados a personajes relacionados con la Guerra Civil española, no afecta a la estatua de Calvo Sotelo por homenajear a un personaje muerto antes de la contienda.

¿Consideras más atractivo el proyecto finalmente realizado, o el presentado por Francisco de Asís Cabrero?

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Campus de la Justicia

Seguramente has escuchado en numerosas ocasiones hablar del Campus de la Justicia, pero… ¿sabes exactamente en qué consistía este faraónico proyecto?

Proyecto para el Campus de la Justicia. culdesac.es
Son muchos los juzgados que existen en Madrid debido al gran número de personas que vive en la urbe y a la condición de capital de España. Por ello, ya en 2003, se comenzó a especular acerca de la creación de una nueva “ciudad”, dentro de Madrid, que agrupara todos los juzgados que no fueran estatales, es decir, todos los existentes en el municipio a excepción del Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional y el Tribunal Constitucional, que seguirían en el lugar en que han estado hasta ahora.

En julio de 2004, la entonces Presidenta de la Comunidad de Madrid dio a conocer la noticia de la próxima construcción de este gran complejo. Se trataría de un espacio de 300.000 metros cuadrados en el que se ubicarían hasta 21 tipos de juzgados diferentes.
Este lugar tenía que estar bien ubicado, debido a la importancia que tendría. Por ello se determinó que la zona de Valdebebas sería la idónea para acoger estos edificios. No en vano, este nuevo espacio al norte de la ciudad está cerca del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas, y estaría conectado con trenes de cercanías y con la línea 1 de metro, que se ampliaría con tal fin.

El proyecto comenzó su andadura bajo la promoción y gestión de la sociedad pública Campus de la Justicia de Madrid S.A., y pronto se aprobó el Plan Parcial que se necesitaba para poder comenzar la construcción.

En enero de 2005 comenzó la inscripción para el concurso público, en el que 345 arquitectos de 37 países diferentes presentaron un total de 197 propuestas.

En mayo se eligió a los 14 proyectos que pasarían a la siguiente fase. En ésta, se elaborarían las maquetas de lo que se planeaba edificar, y serían expuestas al público durante el mes de julio.

Plano del proyectado Campus de la Justicia. constructalia.com
Por fin, se declaró ganadora la propuesta de Javier Frechilla, Carmen Herrero y José Manuel López-Peláez, arquitectos de la Escuela de Madrid, que se presentaron bajo la firma Frechilla y López-Peláez Arquitectos (FLPSL). Se trataba de varios edificios muy semejantes, debido a su planta circular y a sus dimensiones. Sin embargo, cada uno de ellos tendría su propia personalidad.

Todo ello se construiría en 2 fases. En la primera se levantarían los siguientes edificios:
   - El Instituto de Medicina Legal, proyectado por Alejandro Zaera Polo, el cual estaría cubierto con una membrana para ocultar algunas salas del edificio como las relacionadas con patología forense.
   - El Juzgado de Menores, construido por Rafael de la-Hoz y Jaime Duró Arquitectos, con diversas plazas de aparcamiento, al igual que el resto de construcciones. 
   - La Audiencia Provincial de Madrid, de Foster and Partnerships, con la colaboración del célebre arquitecto Norman Foster. Destacaría el gran espejo de agua de la planta baja que reflejaría la luz natural y humidificaría el aire de todo el edificio, el cual estaría resguardado bajo una cubierta acristalada. 
A la derecha, el Tribunal Superior de Justicia, Norman Foster.
A la izquierda, Edificio de Usos Múltiples.
   - El Tribunal Superior de Justicia, de la misma firma de Norman Foster. Destacaría la alta y estrecha entrada que conduciría a un gran patio central con forma de triángulo. 
   - El Decanato, de Picado de Blas-Arquitectos, que representaría una lámpara repleta de luz natural, la cual entraría por la fachada a través de una pared especial. 
   - Un Edificio de Usos Múltiples, proyectado por Richard Rogers Partnership Vidal y Asociados Arquitectos, que serviría como entrada al complejo con servicios comerciales y de restauración. En sus 8 plantas destacaría la luz solar captada por múltiples paneles.
   - Centro de Producción Térmica, elaborado por el mismo equipo que ganó el concurso del proyecto general, y concebido como una estructura ajardinada.

Proyecto del Campus de la Justicia. culdesac.es
La segunda fase se llevaría a cabo con posterioridad. En ella, se construirían aún más edificios que en la primera fase: la Fiscalía, el Juzgado de Guardia, el Registro Civil (de Ángel Borrego – OSS, en el que habría salas de espera con juegos, cine, práctica de deportes…), el Juzgado de lo Civil-Mercantil, el Juzgado de lo Penal (de Rafael de La-Hoz Castanys Arquitectos, inspirado en una balanza, símbolo de la justicia, con un patio inglés interior y con estructuras con formas de platillos en el exterior), los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo (concebidos como bosque urbano en el que se aprovecharía el agua de lluvia para regar algunas zonas ajardinadas), y el Juzgado de lo Social.

En esta fase se añadiría también un edificio de accesos y servicios, uno más para usos varios, y dos ampliaciones: una del Juzgado de lo Civil, y otra del Juzgado de lo Penal.

En resumen, una auténtica Ciudad de la Justicia que aunaría un gran número de edificios en un concepto bastante novedoso. Un total de 14 edificios que costarían 500 millones de euros.

Zonas verdes, circulación peatonal, buenas comunicaciones, grandes instalaciones… un sueño que parecía hacerse realidad.

Proyecto de la Audiencia Provincial de Madrid. Norman Foster
El 31 de enero de 2007, en un acto institucional, la que era Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, colocó la primera piedra de este Campus anunciando que todo esto se construiría “sin coste alguno para los ciudadanos”, y que el conjunto se finalizaría en 2011. Se comenzaba así la construcción del Instituto de Medicina Legal, el primero de los edificios proyectados.

Los grandes costes de la construcción, el estallido de la burbuja inmobiliaria, las faraónicas características del proyecto… todo influyó para que el Campus de la Justicia tuviera que ser paralizado en 2009, y para que solo ese primer edificio pudiera ser construido.

En 2014, el entonces Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, anunció la disolución de Campus de la Justicia de Madrid S.A., pero también que el proyecto se ponía en marcha de nuevo, aunque con algunos cambios. Se convocaría un nuevo concurso para elaborar un plan mucho menos pretencioso, en que primara la funcionalidad a la estética. Los edificios serían mucho más modestos, y perderían su característica planta circular. Solo el Instituto de Medicina Legal, conocido popularmente como el “dónut”, tendría finalmente esta particularidad al estar ya finalizada su construcción.

Instituto de Medicina Legal, en 2015.
Único edificio finalizado. abc.es
No ha sido hasta julio de este 2015 cuando la actual Presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, ha anunciado oficialmente la paralización del proyecto por motivos legales. De momento queda todo el Campus de la Justicia en el aire, aunque parecen pocas las probabilidades de que se continúe su edificación, y ninguna de que sea con el aspecto original.

Un proyecto fallido y 105 millones de euros perdidos de dinero público que no nos dejan más que un edificio vacío en medio de un gran descampado, el cual confiamos que en un futuro próximo tenga alguna utilidad.

¿Qué opinas de estos proyectos megalómanos? ¿Crees que es necesario arriesgar para poder crear nuevos espacios icónicos en la ciudad, o en cambio hay que apostar por lo seguro y no proyectar edificios tan ambiciosos?

miércoles, 16 de septiembre de 2015

El Madrid que SÍ fue VI. Las Caballerizas Reales

Seguro que has paseado mil veces por los Jardines de Sabatini, junto al Palacio Real. Quizás nunca te hayas preguntado por qué toman ese nombre. ¿Quizás porque fuera Sabatini quien terminara de diseñar el vecino Palacio? ¿O puede que creas que los propios jardines fueron planificados por el propio arquitecto italiano?
En realidad ninguna de las dos respuestas es la acertada. Y es que, en el lugar que hoy ocupa esta apacible zona verde, hasta no hace mucho estuvo la conocida como Real Caballeriza Regalada.

Hagamos un poco de memoria. El Real Alcázar de Madrid, que nació como fortaleza musulmana en el siglo IX, fue destruido por un incendio en la Nochebuena de 1734. Las antiguas caballerizas del Alcázar estaban situadas entre lo que hoy se conoce como plaza de la Armería y la cuesta de la Vega, en el lugar que ocupa la catedral de la Almudena. Fueron construidas entre 1556 y 1564, durante el reinado de Felipe II, pero desaparecieron entre las llamas junto con el Alcázar en 1734. Lo poco que quedaba de ellas fue derribado en 1894 para la construcción de la cripta de la Almudena.

Caballerizas Reales a principios de los años 30 del siglo XX.
Memoria de Madrid
El nuevo Palacio Real, encargado por Felipe V a Juan Bautista Sachetti siguiendo las trazas de Filippo Juvara, fue finalizado en 1764 por Francesco Sabatini, ya durante el reinado de Carlos III.

Sachetti había soñado con un jardín junto al Palacio Real. Sin embargo, en 1764, cuando la edificación se finaliza, la misma no cuenta con ninguna zona verde.

Por el contrario, en 1782 se comienzan a construir las que serán las Caballerizas Reales, que aúnan las Caballerizas del Rey y las de la Reina, y que hasta entonces estaban en diferentes puntos de la ciudad.

Carlos III encargó a Francesco Sabatini esta gran obra debido a la confianza que poseía en él. No en vano, el arquitecto ya había construido una infinidad de importantes monumentos en Madrid, tales como la Real Casa de la Aduana, la Puerta de Alcalá, o la Puerta de San Vicente, sin olvidar la finalización del ya mencionado Palacio Real.

Caballerizas Reales en su fachada por la calle Bailén
Sin embargo, la petición que recibe no se limita a construir un simple establo para animales. Se trata de una auténtica ciudad situada en el norte del Palacio. Un terreno de 27.000 metros cuadrados en los que se construiría un inmenso edificio con forma de polígono irregular para adaptarse al solar en que se encontraba y con dos accesos: el principal por la actual calle Bailén, y otro por la cuesta de San Vicente.

A finales de 1789 finalizan las obras y comienzan a utilizarse estas grandes instalaciones en las que trabajarían centenares de personas a las órdenes, por una parte del Caballerizo Mayor, el Marqués de Villena, y por otra parte del Primer Caballerizo de la Reina.

Sabatini adecuó muy acertadamente el edificio a las dificultades del terreno, y construyó un edificio recio en piedra berroqueña y granito, que superaba en longitud a los muros del propio Palacio.

Caballerizas Reales y calle Bailén desde la plaza de España.
A la izquierda y en primer plano se puede apreciar
la sede de la Real Compañía Asturiana de Minas.
Al fondo y a la derecha asoma el Palacio Real
Además de las cuadras, los abrevaderos y los Reales Picaderos, existían seis patios en esta construcción. El mayor estaba junto a la entrada por la calle Bailén, pero también había otros no menos importantes como el Patio de Mulas, el Patio de Coches, o el Patio del Herradero, donde se localizaban los almacenes de carbón, los herraderos y la fragua.

También contaba este singular edificio con enfermería, zonas de baño frío y caliente para el ganado, cuadras de contagio, botiquín, e incluso una capilla dedicada a San Antonio Abad, patrón de los animales.

El Protoalbeiterato, algo así como el Colegio Oficial de Veterinarios de entonces, tenía su sede de igual manera en este espacio, y las salas del Guardanés General, que se encargaba de cuidar los arneses, llegaba a tener hasta 65 armarios. En ellos se guardaban las ropas de los cocheros, las sillas de montar, y algunos objetos de utillaje.

Casi 2.000 caballos y mulas eran de propiedad de la realeza durante este periodo, pero las Caballeriza Regalada solo tenía capacidad para 500, con lo que muchos tuvieron que ser cuidados en otros lugares próximos a éste. A pesar de ello, hasta 649 animales fueron atendidos en su interior.

Zona del Guardanés General en 1931.
Memoria de Madrid
Lamentablemente, el número de caballos existente en la Real Caballeriza desciende hasta 251 alrededor del año 1814, a la finalización de la Guerra de la Independencia.

En 1830, cuando las Caballerizas iban recuperando la importancia que habían tenido en sus inicios, Fernando VII encargó en la parte del edificio más cercana al Palacio, la construcción del llamado “Cocherón”. Se trataba de una gran cochera rectangular en que se acogieron hasta 100 carruajes. Como curiosidad, el coche más antiguo allí guardado era el que había utilizado Juana I de Castilla, llamada “la loca”, para trasladar el cuerpo de Felipe I de Castilla, “el Hermoso”, hasta el municipio de Tordesillas, según cuenta la tradición.

Algunos de los trabajadores de la Real Caballeriza Regalada, vivían en su interior con familiares, con lo que en 1848 llegaron a vivir allí 486 personas. Cuando decíamos que era una auténtica ciudad, no hablábamos en vano. De hecho, por este motivo se llegó a instalar en el interior una escuela para niños.

Imagen aérea de las Caballerizas Reales, y del "Cocherón",
en su parte más próxima al Palacio Real. Año 1932
En 1931, durante la II República, el Gobierno traspasó todo este espacio al Ayuntamiento de Madrid, y éste, tan sólo un año más tarde, decidió derribar el edificio para seguir la idea original de Sachetti de construir un jardín en esta zona adyacente al Palacio Real, el cual en esta época se denominaba Palacio Nacional.
Es cierto que ya en 1931 existía el Campo del Moro en el lado oeste de la construcción, pero también se quería aprovechar la oportunidad para engrandecer los alrededores del monumento: la calle Bailén dejaría de estar aprisionada entre edificios, y se podría sumar este espacio al abierto por José Bonaparte a principios del siglo XIX conocido como la Plaza de Oriente.

Se abrió un debate en la capital, y tanto el Colegio de Arquitectos como el Patronato del Museo Nacional de Arte Moderno se opusieron a la demolición. Sin embargo, parece que los madrileños apoyaron la idea de tener una zona verde en el lugar de las antiguas caballerizas, y en 1934 se completó la demolición, comenzando en 1935 las obras de los nuevos jardines.

Proyecto de los jardines de Sabatini, publicado en prensa
el 1 de febrero de 1935. BNE
Se trataba de cumplir el deseo del arquitecto Sachetti, pero sin olvidar que en ese espacio se había ubicado un gran edificio de Sabatini. Por ello, antes incluso de comenzar las obras, en 1934 se decidió que los jardines tendrían el nombre del célebre arquitecto. Lamentablemente, no son muchos hoy en día los que conocen esta historia.

Entre ese año y el siguiente, mucho se discutió acerca de los trabajos de construcción. ¿Sería necesario un muro de contención hacia la cuesta de San Vicente? ¿Y sí se edificara un jardín escalonado para no restar perspectiva al Palacio?

En febrero de 1935 se aprobaron las obras, y las llevó a cabo el arquitecto municipal Fernando García Mercadal. Las mismas se paralizaron por la Guerra Civil, y fueron por fin finalizadas en 1950 por Manuel Herrero Palacios, con algunas pequeñas modificaciones, pero respetando a grandes rasgos el proyecto inicial.

Así que, la próxima vez que acudas a los Jardines de Sabatini, trata de imaginar la vida allí en los siglos XVIII y XIX. Seguro que no verás este espacio ajardinado de la misma manera.